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Capa de Honras Mirandesa: Exaltación de la cultura ancestral y popular

26 Março 2015

23-03-2015| NOTICIAS CASTILLA Y LEON

Más de cien capas acuden a Miranda do Douro a exaltar/exaltaçao –no existe otra palabra más acertada- laCapa de Honras Mirandesa, prima hermana de la Capa Parda alistana. El presidente de la Cámara Municipal de Miranda, Artur Nunes, fue el anfitrión de este evento –además de ser un ferviente y consumado defensor de la cultura tradicional del planalto Mirandés. También ‘bendijo’ esta entrañable jornada el obispo de Bragança, Don Manuel, quien con un lenguaje llano y una sencillez que parecía emanaba de Francisco, vestía y reivindicaba la capa y buscó el entronque entre fé, cultura y tradición entre hermanos de ambos lados del Duero. También, como no podía ser de otra manera, allí estaba la Asociaciación de la Capa Parda Alistana, con su presidente Ricardo Flecha, a la cabeza. Además, la Asociación Folklórica Manteos y Monteras de Alcañices deleitó con la mejor música y la más exquisita danza –muy bien interpretada- de Aliste.

Realizada la presentación, aquí y en el salón de recepciones de la Cámara, nos dejamos llevar por Tomás Castaño Fernández, un alistano que cumplirá en diciembre, Dios mediante –dice- 90 años, en el transcurrir de la capa, de este lado y del otro. Tomás, con una elocuencia y una vitalidad asombrosa, nos traslada a sus años mozos, cuando era pastor de ovejas por La Culebra y vivía entre lobos. “Una vez me topé con nueve juntos, y era de noche”. De cuidar sus ovejas pasó a cuidar al lobo, porque entrado en la madurez se hizo agente forestal en la Sierra de la Culebra. “Nunca aprendí a tocar, pero sí a bailar”… esa vitalidad la traslada a su hijo Andrésy a su nieto Sergio, allí presentes con dulzaina y brío

- Que venimos a hablar de la capa, Tomás…

“Es que son primas hermanas, bueno la portuguesa está más decorada y tiene la honra que cae del caperuz”.Nada mejor que la sapiencia popular para entender la realidad. La ‘capa de honras’ mirandesa es una prenda de artesanía muy ‘sui generis’ del planalto Mirandés. Una prenda, que probablemente venga de la Edad Media,heredera de la capa pluvial que la iglesia utilizaba para las ceremonias exteriores, que, en un principio, tenía por finalidad proteger a ‘os boieiros’ (vaqueros) y a los pastores de las inclemencias meteorológicas en los meses más duros, principalmente en invierno. Una región de naturaleza y clima muy agreste, dicen por aquí “nove meses de inverno e trés de Infemo” (nueve meses de invierno y tres de infierno). La capa era seguramente una excelente protección para quienes pasaban gran parte de su vida en los campos de Tras-os-Montes, sobre todo los pastores –como mi padre, el cabrero trasmontano-, abrigándolos del insoportable frío y de la lluvia, en el invierno y del tórrido sol y el calor, en el verano. Esta capa era simple y escasamente ornamentada, ya que constituía una prenda de trabajo. Donde sería gemela de la ‘capa parda’ alistana, con la que comparte el mismo origen y el color, pero difieren ligeramente en cuanto a la ornamentación, que es menos abundante la de Zamora.

Con el paso del tiempo. Con la llegada de los cambios en las costumbres cotidianas y de trabajo de los mirandeses, la capa deja de ser utilizada como ropa de trabajo y permanece como traje festivo y simbólico, utilizado, en un principio, por las autoridades locales de Miranda do Douro y sus freguesías – excluyendo aAtenor y Teixeira- pero incluyendo a Angueira, Caçarelhos, Vilar Seco e Avelanoso –hoy pertenecientes aVimioso- para actos solemnes.
Populariazar su uso

Con este acto de ‘Exaltación’, la Cámara de Miranda busca popularizar el uso de esta prenda. Una de las piezas artesanas más ilustres del planalto Mirandés, que, como es obvio, es indipensable su utilización en cualquier tipo de ceremonia, sea de la índole que sea. Este, en resumen, es el fundamento de esta importante jornada de reivindicación ancestral y hermandad con los vecinos de Aliste quienes, en estos días, designan el municipio que acogerá el próximo encuentro allá por 2016.

La Capa de Honras Mirandesa, una prenda de gran valor etnográfico y artesanal, que requiere de un trabajo minucioso del artesano debido a su gran complejidad: capuz, honra, abertura, ombreira ou aleta…

El hombre que ha vivido en esta tierra creó su particular manera de vestirse en el trabajo en el campo. Pasando casi toda su vida en la naturaleza, le llevó a confeccionar sus ropas de manera austera, simple, hermosa y artesanal, hechos con los recursos locales, como el lino y lana (burel).

La sencillez de la jornada en Miranda do Douro. La humidad del padre Tiago, que invita al viajero a conocerMirandela y sus freguesías, donde realiza su labor pastoral. La acogida que tuvo el viajero entre estas gentes trasmontanas, que le ataviaron con la prenda en el acto solemne de la Sé, donde se homenajeó a los artesanosPalmira Falcão, Maria Suzana de Castro y Aureliano Ribeiro. La sensibilidad de la buena música de ‘Fá de Sétima’ que invadía las naves, capillas y cúpulas de la Sé, magistral el violín. El sermónde Don Manuel,humano, de la fé entramada con la cultura, la tradición y la amistad de los pueblos. Regiones hermanas que políticamente han estado separadas. Una prenda que une a dos pueblos. Porque los pueblos grandes y fuertes crecen muy despacio. Una tierra, de allá y de acá, con tres idiomas, es una tierra grande…
Tras-os-Montes

La vida parece que regresa, con el acontecer del tiempo, a sus orígenes, a la tierra de la que llevamos un puñado escondido en un rincón de nuestro corazón. La tierra transmontana de ricas vivencias comunitarias que hoy comienzan a encontrarse. Acontecimientos fruto de orígenes plurales, nobles y populares, mestizaje, el mío, con un objetivo retinto peculiar, en el que me intereso por todos y donde todos intentan consolidar la felicidad de cada uno de los míos.

La tierra oscura y fértil, como oscuras son las ropas que la cubren, manchadas por mantos blancos, animan al acercamiento de las personas. Un ambiente donde en la campiña, entre brezos, torgas, retamas y carquesias, suena la flauta de caña y una gaita de fuelle que rompen la tranquilidad de las tierras perdidas, verdes ocres y dibujos de blancura.

De los almendros y castaños, a medida que Trás-os-Montes se arrima al Duero, las gentes abren sus puertas y ponen la mesa donde cada tramontano se muestra como es. Las puertas, de arcaicos cerrojos, están siempre abiertas para los amigos que entran. Hablar de tierra es hablar de este rincón a dos aguas entre España y Portugal. De estos montes brota de todo, aguas milagrosas –porque todo Portugal es un milagro–, frías unas, gasificadas otras de ríos subterráneos de una sabana plena de arroyos subterráneos.

Los pueblos, aldeas nacidas de una inteligencia generada entre la necesidad de supervivencia y el deseo de expandir su espíritu generoso por los recovecos internos de una existencia efímera. Trás-os-Montes es una cultura que mana de la fecundidad que imprime la tierra, del rigor de la estructura de una historia que incuban unas gentes que nos hablan de abundancia de testimonios marcados a fuego y cincel, la hermosura en la simpleza de sus capas de honras, en las piedras de granito y en las rejas que dan carácter a un patrimonio gris, rico y en consonancia con la armonía arquitectónica.

Quizás es el tiempo el que me conduce a lo que Miguel Torga, el gran escritor de esta región, le llamó reino maravilloso. Quizás sea el reino maravilloso de paisajes y de creencias, de una sangre que fluye por Trás-os-Montes, que posee páginas de una ancestralidad reciente y olvidada en el corto espacio de tiempo que anida mi existencia. Regreso a través de castillos, catedrales y de la nobleza que emerge de mis ancestros.